VIOLENCIA ECONÓMICA
PRIMERA PARTE.
“Una de las
razones por las que les ha gustado a los hombres las mujeres tímidas es porque
al “protegerlas” se les domina”, dijo alguna vez un poeta. Y formas de
dominación hay muchas. No sólo los golpes y las agresiones verbales son
violencia, también existen otras formas de maltrato contra las mujeres, y una
de ellas, que hasta hace poco ha sido considerada como tal, es la violencia
económica.
En la violencia económica, el hombre (generalmente) usa
el poder económico para provocar un daño a su pareja.
Las víctimas son privadas o tienen muy restringido el
manejo del dinero y la administración de los bienes, con lo que se crea una
situación de estrés en la familia, relacionado con los ingresos económicos. Del
mismo modo, el agresor busca evitar que
la mujer tenga acceso a los bienes muebles e inmuebles que por vínculo
matrimonial o de hecho ella tiene derecho y le pertenecen. Así,
muchas veces el hombre pone los bienes a nombre de otra persona como
forma de esconderlos o los retiene de manera arbitraria.
“Las mujeres que se encuentran en esta situación son
obligadas a mantenerse dentro de un esquema de conducta muy rígido, mientras no
tengan la capacidad de lograr su independencia financiera”, afirma un
especialista en el tema.
Solemos caer en la idea de que “el que paga manda”, y
esto en la pareja más que ayudar perjudica la relación.
Desde los principios de nuestra sociedad machista, el hombre ha sido considerado como el que
debe asumir las riendas del hogar, ser el mayor proveedor y el que conseguía el
dinero para la casa, mientras la mujer se quedaba en el hogar criando hijos y
manteniendo la administración de este.
Desafortunadamente, más que una fórmula de cooperación
para que como familia o pareja se lograran objetivos comunes, estas ideas
derivaron en abusos, chantajes y violencia. Muchos hombres usan el poder de un
sueldo para dominar a su víctima. Aún ahora, muchos hombres creen que tienen el
derecho de darles permiso a sus parejas de trabajar o lo aceptan porque es una
entrada económica necesaria para sostener a la familia, pero se sienten
incómodos si es ella quien tiene mejor puesto o mayor salario.
Normalmente creemos que quien tiene el dinero tiene el
poder. Se acepta que quien más aporta suele sentirse el dominante y quien menos
posibilidades tiene, tiende a ver su papel en la pareja supeditado al liderazgo
del otro, quien no duda en tomar la mayoría de las decisiones.
La violencia económica es una forma de violencia
doméstica, donde el abusador controla todo el caudal que ingresa sin importarle
quién lo haya ganado, manipula el dinero, dirige, y es el dueño absoluto de
todos los bienes muebles e inmuebles. Es una manifestación del crimen que
afecta a numerosas mujeres y hogares. Es un delito que se extiende
irremediablemente hacia los hijos de las víctimas.
El agresor puede incidir de dos formas frente a su
pareja:
* La primera es que él es el proveedor por excelencia,
en la casa no falta nada, el refrigerador lleno, todos los servicios pagados,
no se debe nada... pero todo es de él. Controla cada peso, supervisa hasta lo
que se gasta la mujer en el salón de
belleza, no le da efectivo a su pareja (todo es con tarjeta, pues así vigila y
controla los gastos), la vivienda es de él y
amenaza con quitarle todo a la mujer y dejarla sin nada, hasta con
quedarse con lo hijos, con cualquier pretexto.
* La segunda es todo lo contrario. Es aquel agresor que
“vive de su mujer”, pero a pesar de que ella mantiene el hogar, éste se
atribuye la postura de manejar todo el patrimonio como si fuera dueño absoluto
de todo y, de esa forma, fiscaliza y
supervisa todos los gastos, ingresos y demás decisiones alternas. El agresor en
estos casos lo hace a veces de una manera muy sutil, siempre dice que no tiene
dinero, que tiene que ayudar a su madre, que le robaron la cartera, que se le
perdió el dinero, que le bajaron el sueldo (nunca dice cuánto gana), algunos
incluso tienen sus cuentas y bienes a nombre de otras personas, se hacen de la
vista gorda, pues saben que su pareja no va permitir, por ejemplo, que corten
la energía eléctrica, o saquen a los niños de la escuela, etc.
Debemos de estar alertas, pues muchas veces ocurren
este tipo de situaciones casi sin darnos
cuenta. Hay que poner las cosas claras, incluso si la mujer no trabaja
fuera del hogar, su trabajo dentro de
éste debe de ser reconocido como un aporte al núcleo familiar y a la
comunidad. No debemos permitir agresiones de ninguna índole, seamos
independientes en la medida de lo posible y pongamos límites a los abusos y
controles.
la violencia económica es también otra forma de violencia...
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