Las palabras dañan. No se les puede ver, pero las cicatrices que dejan son reales y pueden durar años.
El abuso verbal puede ser permanente e irreversible…
¡¡No sufras en silencio!! Abuso Verbal
Mucho se dice sobre la violencia física y sobre la mujer golpeada, pero existe otra forma de agresión, mucho más sutil porque no deja marcas visibles, pero igual de dañina que cualquier otra agresión: el maltrato verbal.
Nos referimos a los comentarios degradantes, insultos, observaciones humillantes sobre la falta de atracción física, la inferioridad o la incompetencia, gritos, acusaciones, burlas y gestos humillantes. Todo esto puede lograr que la imagen de cualquier mujer se deteriore completamente.
Una especialista del tema ha mencionado que “las grandes cosas en la vida comienzan con detalles minúsculos en apariencia, pero profundos en consecuencias”, demostrando con claridad que la violencia es una especie de bola de nieve cuyo daño pocas veces puede predecirse.
No es un tema menor. “La violencia es una realidad perturbadora de la condición humana”, revela la psicóloga y destaca que, aunque la forma más común de asociación es con la agresión física, lo verbal incide directamente en ello.
“La forma de hablar puede provocar emociones y reacciones intensas. La violencia verbal es aquella en la cual por la elección de palabras, entonación y volumen de voz se trata de dominar e intimidar, logrando provocar en la víctima sentimientos de impotencia, rabia, humillación, vergüenza, inutilidad y vejación”.
Ejemplos de violencia verbal podrían ser frases como las siguientes:
¡Tú no aprendes!, ¡Te lo dije!, ¡Qué bruta eres!, No sirves ni para pasar el trapo al piso, Eres una inútil, agradece que te doy de comer, ¡La vecina sí es una mujer hermosa!, ¿Subiste de peso?, Sin mi, tú no eres nadie, Te voy a dejar en la calle…Estas Vieja..estas fea ..Que gorda te ves...No servís
para nada..
Si a estas frases, directas o sutiles, que generan de por sí incomodidad y cierta tristeza, le añadimos el sonido, entonación, gestos apropiados y la repetición, obtendremos como resultado peligrosas granadas de mano que pueden desbaratar la dignidad e integridad emocional y psicológica de cualquier mujer.
El abuso verbal, casi siempre comienza a ocurrir en privado. La víctima del abuso verbal vive en un mundo cada vez más confuso. En público, la víctima está con una persona. Cuando está en privado, el abusador puede convertirse en una persona completamente diferente.
La víctima suele ser el blanco de arranques de ira, el sarcasmo, o una fría indiferencia.
Victimario:
El abusador intentará, para poder mantener su reinado del terror, lo siguiente:
* Destruir la autoestima de su pareja
* Hacerla económicamente dependiente de él, para lo cual evitará que consiga un trabajo
* Jugará esposo bueno – esposo malo. Por ejemplo, cuando su esposa quiera conseguir un empleo, será “esposo bueno” y la convencerá de que no trabaje para que finalmente, conseguido lo anterior, pueda pasar a “esposo malo”.
* Alejará amistades y familiares de ella, y si no es así, la tendrá siempre vigilada para que no lo delate.
* Mantendrá una imagen impecable de él ante la sociedad, para que nadie lo crea capaz de semejante cobardía y en caso de que ella lo denunciara, restarle credibilidad a sus palabras.
Si una mujer le expresa a su marido abusador que se sintió mal por lo que le dijo o la forma en que se lo dijo, éste inmediatamente podrá tomar algunas de las siguientes posturas:
* Ignorarla
* Maltratarla todavía más
* Minimizar lo sucedido
Normalmente, la reacción del abusador ante estas acciones a menudo está recubierta de una actitud de "¿Qué te pasa a ti?", o bien, acusa a la víctima de "exagerar". Con el tiempo, ella pierde su equilibrio y seguridad y comienza a preguntarse si es ella la que está loca.
El ataque verbal es una forma de violencia como lo es recibir un golpe, un tirón de pelo o un empujón. Ambas son igual de graves y atentan contra los derechos de la mujer, porque se trata de una forma de desacreditación y discriminación. ¿Cuál es la diferencia? El maltrato físico deja huellas visibles y cicatrices que duelen en el cuerpo. La palabra, en cambio, lastima la autoestima y deteriora la salud mental.
Por cada mujer que padece abuso corporal, hay otras tantas que soportan abusos de la palabra. Uno de cada cuatro llamadas de ayuda que se reciben en centros para la mujer, se deben a conflictos familiares en los que la mujer padece violencia verbal.
A diario, las mujeres sufren violencia verbal, sin embargo, la violencia siempre se incrementa y pasa a la siguiente fase. Cuando las situaciones se agravan, los insultos, los gritos y las discusiones se convierten, inevitablemente, en violencia psicológica, física, sexual y, en los peores casos, en feminicida.
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