Manipulación, amenazas, chantaje, acoso, humillación, menosprecio, control, celos. Dentro de una pareja, la violencia psicológica incluye una gran variedad de conductas que el agresor ejerce a través del tiempo, logrando el dominio sobre la mujer y la relación. Se debe actuar ante los primeros signos de alarma y pedir ayuda. No hay ninguna razón para tolerar el maltrato, ni motivos para sentir vergüenza. Hay mujeres de distintas características personales y de todas las condiciones socio económicas que la padecen. En Argentina hay diversas organizaciones, grupos de ayuda y líneas telefónicas gratuitas con profesionales bien capacitados.
“La violencia psicológica es el primer estadio del círculo, por eso es tan importante conocer sus diferentes formas, eso nos puede ayudar a determinar si estamos en un vínculo violento y así prevenir futuros problemas aún peores como puede ser, en su extremo, el femicidio”, explica Fabiana Túñez, Cofundadora y Coordinadora General Ejecutiva de la Asociación Civil La Casa del Encuentro. “Si hay amor, no hay ni celos, ni descalificación, ni maltrato”, subraya Túñez.
Es importante cuestionar y derribar las viejas nociones asociadas al romanticismo. Como bien lo expone a este medio la licenciada Monique Altschul, Directora Ejecutiva de Fundación Mujeres en Igualdad: “El amor no duele, la idea de que quien ama debe sufrir y que todo tiene que ser pasión y dolor, está lejos del verdadero amor que incluye el apoyo de unos a otros, vivir lo mejor posible y gozar de ese cariño con alegría”.
La violencia psicológica se define como aquella que “causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación o aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia o sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación”.
Túñez observa que estas violencias están emparentadas con algunas raíces culturales de nuestra sociedad, como por ejemplo los celos y el control, conductas naturalizadas o aceptadas por asociarlas al cariño, cuando es todo lo contrario. Otro comportamiento dañino es la descalificación permanente, con frases como “No servís para nada”, “Sos una inútil”, “¿Para qué vas a estudiar?”.
También se considera agresiva la manifestación que se relaciona con el control del dinero: “Cuando el manejo de la economía del hogar está a cargo exclusivamente del varón, la mujer sólo maneja las compras cotidianas pero si quiere comprar algo para sí tiene que pedirle permiso a su compañero. Así el varón logra el poder y control absoluto sobre su pareja”, analiza Túñez. En este sentido, la Ley 26.485 también describe la violencia económica y patrimonial e incluye una gran variedad de comportamientos aún muy frecuentes.
Señales de alerta
Se aconseja prestar atención a ciertos signos para detectar que una mujer vive una relación violenta. Mazzeo los resume así: “El aislamiento de los vínculos familiares y sociales. Renuncia a tareas que le causaban placer anteriormente. Críticas, desestimaciones y humillaciones. El control económico, y de las acciones. La vigilancia constante, exigencia de obediencia o sumisión, coerción verbal”.
“Depende de la edad y de las circunstancias pero, en general, las primeras alertas surgen cuando el otro comienza a controlar los actos de la mujer a través de preguntas continuas como: ¿A dónde vas y por qué vas así vestida?, ¿con quién te vas a encontrar?, ¿qué vas a hacer?, ¿a qué hora volvés? También a través del control del celular, de los correos electrónicos, de ir a buscarla cuando sale diciéndole que la esperará aunque tarde mucho. A veces la mujer cree que estas conductas indican que la quiere mucho, en realidad son señales alarmantes que con el tiempo pueden transformarse en una pesadilla. Otra modalidad violenta que ocurre muchísimo, sobre todo en las primeras etapas de una relación, se da cuando la mujer empieza a hablar y el hombre inmediatamente la interrumpe con un chiste y corta la conversación”, detalla la licenciada Altschul.
“Lo fundamental es detectar estos primeros indicios y no naturalizar comportamientos que nos hacen entrar en un vínculo del cual después se hace muy difícil salir, porque cuando este circuito se sostiene en el tiempo, la mujer siente culpa o vergüenza de contar lo que le pasa, también miedo frente a las amenazas. Así, queda enredada en una telaraña, cada vez más aislada”, recuerda Túñez.
Cómo salir del círculo de violencia
Como apunta Túñez, “En el ciclo de la violencia, los agresores no sólo son seductores hacia afuera sino que una vez que llegan al pico de agresión, pasan por una etapa de calma en la que despliegan todos sus encantos para prometer a la mujer que nunca volverán a repetir las agresiones. Eso es una mentira y una estrategia para seguir consumando su fin. Luego el ciclo se repetirá cada vez con más intensidad”.
Existen estrategias efectivas para salir o ayudar a salir del círculo violento. “Es muy importante acompañar a la mujer en un proceso tendiente al empoderamiento, para que vuelva a creer en sí misma. El acceso a un espacio terapéutico, donde poder revisar estas cuestiones complementa esta tarea. Es fundamental abandonar el aislamiento característico en que quedan sumidas, relatando la situación en la que se encuentran a sus redes familiares y sociales para que puedan ayudarlas. También efectuar las denuncias judiciales correspondientes para su resguardo”, explica Mazzeo.
Por su parte, Túñez indica: “Lo importante es detectar, pedir ayuda, poner en palabras lo que está pasando y, una vez que la mujer está fortalecida, recién ahí hacer la denuncia en los casos de violencia psicológica. Con la denuncia empieza el camino de salida”.
Otra de las claves es que la mujer se desarrolle como persona: “La autoestima se fortalece al prepararse para la vida, estudiando,TRABAJANDO y tratando de encontrar qué se quiere hacer en la vida”, propone Altschul.
Cómo afecta a la salud de las mujeres
El informe de la Organización Mundial de la Salud de 2009 Las mujeres y la salud, los datos de hoy, la agenda de mañana, concluye: “Es común que las mujeres de todo el mundo que han sido víctimas de violencia infligida por su pareja tengan problemas de salud mental, angustia emocional y comportamientos suicidas. En el estudio se identificó la angustia emocional mediante síntomas como el llanto fácil, la incapacidad para disfrutar de la vida, la fatiga y los pensamientos suicidas durante las cuatro semanas anteriores a la entrevista”.
La agresión psíquica permanente deja secuelas como depresión, trastornos de ansiedad e intentos de suicidio y también otras consecuencias físicas difíciles de medir. Además, Altschul se refiere a otro comportamiento asociado: “Las mujeres que padecen agresiones continuas se auto-medican muchísimo con sedantes y antidepresivos. Muchos de estos medicamentos se podrían evitar con una consulta en el momento adecuado o si se relacionaran con gente que puede ayudarlas a salir de estas situaciones”.